viernes, agosto 26, 2005


Enamorarme de ti es lo más solitario que he hecho en mi vida.

Rectificación


Instantes en que se cree que se vence al enemigo, sin saber que ese enemigo aún tiene poder sobre el alma de los todavía débiles. Débil sigue un cuerpo que aún piensa tanto, que cuando recorre caminos ya andados, saltan de repente fantasmas que lo dejan perdido sin saber a donde ir. Recuerdos recurrentes, asesinos, implacables, de historias maravillosas, conversaciones infinitas, risas únicas, mañanas iluminadas y tristes despedidas. Cuerpo débil y mente caminadora, corazón triste y espacios vacíos. No por un amor perdido llora ese corazón, el amor fue una ilusión, llora por
ese cuerpo que necesitaba para saber de la vida, para aprender a caminar por el mundo, para reír y burlarse de los mortales, para saber que es mucho mas grande lo que parece pequeño, para saber que no es una piedra sino una roca.
Un día hace poco el cuerpo tocó el territorio del ausente, y como luces pirotécnicas fueron apareciendo en el cielo negro brillos y chispas de dolor, y una tristeza muy profunda confirmó que aún sigue tan solo en medio de unos pocos humanos que simplemente están ahí para no dejarlo caer.
En misiva pasada cuenta que el olvido llegaba, que los recuerdos andaban dando pasitos suaves, pero ese cuerpo de culos cayó al descubrir que no hay manera de olvidar absolutamente nada, por que simplemente no le da la gana de olvidar.

Bola de pelos


Amo por encima de todo y de todos a mi “bola de pelos”, mi perra SOL. Como todos los que morimos por los perros somos unos ridículos, ahí va la foto de mi vida.

Coincidencias de personalidad

Las almas gemelas van por el mundo y cuando las encontramos sentimos una maravillosa extrañeza. No puedo creer que haya dos seres tan parecidos, que piensen y sientan igual, que produzcan dolor de igual manera, que agradezcan y necesiten, que se cansen de lo mismo y se marchen igual.
Al leer el libro “El hombre de mi vida” de Manuel Vásquez Montalbán encontré una exacta descripción de mi intermitente y extensa relación con el “hombre de mi vida” –ya dejó de serlo, pero si que lo fue –, en la carta que recibe su famoso personaje Pepe Carvalho de su no amada Jessica. Yo tampoco fui amada.

“Nadie es responsable de mi tristeza, al contrario, yo he debido ser penosa para ti, te he cercado, acorralado, obligado a gestos, expresiones a las que nunca te hubieras encaminado por ti solo, además de todo eso no sólo no me doy por satisfecha, sino que te recrimino que no sientas lo mismo, con la misma intensidad que yo. Lo cierto es que mi adoración por ti me hizo creer que tenía derecho a exigir la misma respuesta; cuando sentí la distancia, te hubiera abofeteado. Fue mucho más tarde cuando intuí hasta qué punto te has sentido obligado; sin duda, yo he sido quien se ha lanzado al abordaje de un barco (que navegaba con rumbo fijo, no en paz y felicidad, pero sí con el horizonte adivinado) sin haber sido invitada, asaltándote por sorpresa, reclamando –exigiendo - tu atención, tu dedicación.
No creo confundirme al pensar que también ha ayudado a desconcertarme cierta dosis –lógica – de vanidad por tu parte, el deseo de querer prolongar la sensación placentera del que se siente admirado; si a eso se añaden el atractivo de la diferencia de edad que a ti te habrá alagado y el aliciente de mi buena presencia (deja que presuma de mi envoltorio) acabó por explicarme el motivo por el que me animé a pensar que tus gestos, tu inclinación hacia mí, nacían de la necesidad de compartir emociones más serias. Mi estómago es un “matasuegras” cuando me encuentro con tigo; mi más importante objetivo no es saber de las inquietudes de Mauricio.
Tienes una necesidad de cariño que nunca consigues saciar, a ese problema se añade tu generosidad –entrañable - que te obliga a corresponder - ¿agradecer? – a los que te quieren. Este comportamiento acaba siempre en un atasco que pocas veces consigues resolver, te obligas a mantener una puesta en escena de reciprocidad a la muestras de afecto que se te dan, como un modo de compensar y, a la vez, propiciar que te sigan queriendo. Ya que hablo de cariño y de afecto parece apropiado decir que estableces una dinámica de “abrazo mortal”, es decir, te haces trampas a ti mismo, te eres deshonesto. No me extrañaría que cuando te sientes –por que sientes – acosado por tus fantasmas, demuestres tu furia para, acto seguido, tratar de remediarlo dando nuevas muestras de cariño, con su ya conocido resultado. Tienes mi admiración, mi afecto, mi respeto, me has devuelto la ilusión, los sueños, las dudas, todas las dudas. Celebraré si eso te produce cualquier felicidad, pero: ná te debo, ná me debes.
Estoy en estado de gracia, tú has sido el catalizador, como tal, puesta ya en marcha la reacción, no te necesito para nada.
Tú, a mí sácame de la lista de los agradecimientos.”