miércoles, diciembre 27, 2006

un tambor para sensibles


Oscar tocaba sin parar su tambor, se negó a crecer tirándose escalera abajo. Lo decidió el día que no podía distinguir contra quien se enfrentaba y sin saber entonces a quien atacar, le fue imposible saber donde estaba la razón, y la inexistencia de un enemigo visible, se quedó entonces en un rincón tocando el tambor de hojalata. Surrealismo encantador. Sabio Oscar, que me hace pensar a diario, cuan agotado esta el mundo y me consuelo pensando que al menos hay una posibilidad: “En este mundo podrido y sin ética, a las personas sensibles sólo nos queda la estética”.