lunes, agosto 29, 2005

Contracara


La noche del sábado decidí salir con un famoso. De que era famoso, sólo me enteré cuando ya era demasiado tarde.
Te recojo a las 7:30 p.m. para irnos a tomar unos tragos al Mall de “LLanogrande”, sentenció el famoso. 45 minutos duró el viaje, y yo seguía sin saber que quien manejaba el carro era un famoso del cine. De lo que si estaba segura era de que el conductor poco tenía en el cerebro que a mi pudiera interesar –cómo no sospeché, si hay tan pocos famosos con tan poco cerebro como el famoso que después me sorprendería - .
El Mall estaba lleno de gente a pesar de la lluvia y el frío. Mientras caminábamos entre tanta gente buscando los amigos, un grito saltó inesperadamente: ¡Nícolas! ¡Nícolas!. Pensé que era un amigo de él –mi amigo se llama así- , pero NO!, mi pareja volteó sorprendido queriendo descubrir la cara dueña de esa voz, no lo conocía. ¡Es igualito a Nicolas Cage! ¡Igualito! ¿Si o no? le gritaba a sus otros amigos aquel hombre. Sentí algo en mi estómago que no me gustó, y miré hacía arriba queriendo comprobar si era cierto ese parecido, igual, exacto, tanto de ancho como de alto, el mismo pelo, los mismos ojos… el mismo cerebro! No lo podía creer, y no era que estuviera esperando mucho de mi amigo, realmente no me interesa para nada mas allá que salir, pero como es posible que la vida me cobre las deudas de esta manera, ponerme de frente ese clon, ese mediocre actor, ese con cara de idiota y gusto de mafioso. Hubiera querido en cambio que se cambiara la cara por John Travolta. La noche la pasé mirándolo y no creyéndolo, es igualito.

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